Hemos asistido al primer concierto conjunto de la Joven Orquesta ECDA (en clave de arts...) de la Comunidad de Madrid con el Coro de la Universidad de Valladolid.
En este primer encuentro musical de ambas entidades han presentado un programa variado de música clásica, espiritual, y contemporánea. Como última interpretación conjunta se interpretó el "Ave Verum Corpus" de Mozart.
Los directores de la orquesta (Manuel Tévar) y del Coro (Marcos Castán) han estado brillantes y han quedado emplazados en volver a colaborar en otras ocasiones.
techo del ateneo con la Fisica y la Arquitectura
Del Coro de la Universidad de Valladolid participaron nuestros compañeros de la Escuela de Arquitectura Marta Magro y José Ignacio Sánchez.
Para nosotros fue entrañable el reencuentro con José Ignacio y poder charlar de los logros y recuerdos de nuestro paso por la escuela.
Consensuamos que el plan de Bolonia no va a funcionar ni desde la perspectiva de la escuela ni desde la perspectiva del trabajo profesional.
Nos contó que ahora está trabajando acerca del estudio de las torres góticas en la provincia de Burgos.
Nosotros le contamos que nos dedicamos a la rehabilitación de edificios y en especial a rehabilitación energética. Quedamos emplazados en volver a vernos y estar en contacto.
“hace falta estar un poco loco para estar aquí...”
Significado de la obra
La experiencia de las obras lleva implícito una toma de partido y una reflexión acerca de la condición individual con el entorno, primero, y con la sociedad, después; obligando a posicionarse de una manera crítica.
Los ‘señoritos ciudadanos’ se unen en una trama de dos dimensiones, sin límites jerárquicos, sin orden definido, sin categorías, haciendo o configurando una trama infinita. No se genera la perspectiva (el yo subjetivo que observa) el plano infinito, sin comienzo ni fin. Por tanto, la experiencia de la obra se objetiviza por la perdida de referentes personales, tomando un carácter abstracto y flotante, que hace que se perciba sin juicio singular.
Aunque la obra lleva una buena carga crítica e incluso, por medio de la contradicción y la sorpresa irónica, se puede leer que no existe una intención de sacar conclusiones, sino de exponer escenarios que incitan a la reflexión.
Se exhiben figuras, materiales, texturas, volúmenes, configuraciones y composiciones. No hay juicios: hay hechos y situaciones.
El autor expone; el espectador extrapola, critica, imagina, piensa, saca emociones propias de su interior y las pone en valor frente a la obra. La obra le hace sacar de su interior memorias que le llevan a una nueva reflexión.
La obra y la exposición acaban siendo una excusa inductora del viaje al interior de un mismo que va a hacer cada uno de los espectadores.
El espectador no se va a quedar indiferente: ¡Objetivo cumplido, Marciano!
Marciano pretende llevar una reflexión al interior del observador.
El “leit motiv” que le mueve es la relación desde el interior del observador y del autor.
La escultura de Marciano Buendía se adentra en la organización espacial de la tercera dimensión por medio de una reflexión de puesta en relación de lo pequeño, delicado, frágil, agregado en cantidades que evocan a masas y aglomeraciones, con carácter diferente que dialogan y se contraponen con los cuerpos rotundos de volúmenes categóricos.
Marciano Buendía ha pasado de la escultura plana como expresión de la agregación de lo minúsculo, de cada pequeño cilindro, de cada ciudadano, de cada estrella, de cada espiral, etc.
Características de la obra mostrada en la exposición.
Se plantean unos volúmenes rotundos que se rompen y abren, dando cobijo a las figuras de un conjunto de ciudadanos.
Los ciudadanos toman el protagonismo y le dan la relación de escala al volumen. Dejan de ser abstracto con una geometría rotunda y brusca y comienza a tomar un sentido de planos, pieles, superficies, huecos y espacios en los que los ciudadanos se aprietan.
Los ciudadanos se aprietan, ocupan al máximo el espacio existente. Los huecos están colmatados.
Volúmenes:
Las masas se rompen, desplazan, perfora. El volumen se deconstruye generando un espacio, lugar de la nada.
En esa grieta inerte en ese espacio de volúmenes rotos, se ubican las figuras erectas, siempre erectas, dando una voluntad inequívoca de la actitud de representación de una figura humana, que, en las relaciones con el espacio, el volumen, la textura, y las otras figuras repetidas y apelmazadas crean una tensión emocional que hace que el espacio tome un valor distinto y cualificado.
La forma de las piezas y de las figuras, su composición y su organización volumétrica tienen un significado reconocido.
En la obra de Marciano Buendía dichos valores transcienden y toman por medio de la reflexión interior, un nuevo significado proyectivo que va más allá de la mera forma en sí.
Las figuras y las esculturas se tensan, crean emociones como la claustrofobia, la angustia, la contradicción, la perplejidad, la sorpresa, la paradoja, etc
De la tensión del espacio arquitectónico escalado a una proporción de maqueta.
Las figuras toman un significado proyectivo del individuo a escala, como si fuera una maqueta de un espacio habitacional, útil y arquitectónico. Esa posibilidad de verse proyectado en esa ‘pretura’ es lo que crea desasosiego y lleva al observador a una reflexión de su interrelación social.
Del análisis de su trayectoria, se puede decir que Marciano ha pasado de la etapa de la obra plana con formación bidimensional a la etapa de volúmenes con integración con otros materiales como el hierro, resinas, cerámica, etc
En una ocasión un visitante de las obras de una catedral gótica subió a la torre donde un trabajador del gremio estaba esculpiendo muy detallada y trabajosamente una figura de una de las cresterías de remate. El visitante le pregunto
-Oiga, ¿cómo es que se afana tanto y con tanto esmero en esa escultura, cuando aquí no va a venir nadie a verla y desde la calle no se ve?
El trabajador levantó la vista y mirándole a los ojos le dijo:
-Yo no trabajo para que mi obra la admiren los hombres, yo trabajo para Dios.
Valoración del trabajo profesional
No se trata de hablar de religión sino de ética, de entender que el camino del trabajo profesional es un camino hacia el interior, hacia intentar hacer las cosas bien y cada vez mejor, aportando ese intangible que los clientes no saben -y a veces no quieren- valorar. Se trata de dar "liebre por gato", como dijera D. Alejandro de la Sota.
Se trata de dar más por menos, sin buscar un reconocimiento especial, sin más motivo que porque estamos convencidos que es lo mejor para nuestros clientes, nuestra sociedad y la humanidad en su conjunto, aunque estos esfuerzos no se reconozcan.
Así, intentamos optimizar la estructura, aunque no nos lo pidan los clientes; intentamos evitar materiales dañinos para el medioambiente, aunque no nos lo pidan los clientes; intentamos el menor consumo energético, aunque no nos lo pidan los clientes; intentamos evitar el despilfarro de materiales, aunque no nos lo pidan los clientes, intentamos concienciar de la importancia del reciclaje de los residuos, aunque no nos lo pidan ni los clientes ni los constructores.